miércoles, 18 de mayo de 2011

Symphonic Fantastic




La Sinfonía fantástica es una sinfonía compuesta por Héctor Berlioz en 1830. El nombre bajo el que se la conoce habitualmente es, en realidad, el subtítulo: el título que Berlioz puso a su obra es Episodio de la vida de un artista. El autor se inspiró en la actriz shakespeariana Henrietta Constance Smithson, a la que amaba locamente, para componer esta obra, que es un bello y claro ejemplo de la música programática.

La Música programática o música descriptiva es la música que tiene por objetivo evocar ideas o imágenes extra-musicales en la mente del oyente, representando musicalmente una escena, imagen o estado de ánimo. Al contrario, se entiende por música absoluta aquella que se aprecia por ella misma, sin ninguna referencia particular al mundo exterior a la propia música. El término se aplica exclusivamente en la tradición de la música clásica europea, particularmente en la música del periodo romántico del Siglo XIX, durante el cual el concepto va a tomar gran popularidad, llegando a convertirse en una forma musical autónoma, a pesar de que antes ya habían existido piezas de carácter descriptivo. Habitualmente el término se reserva a las obras puramente orquestales (piezas sin cantantes ni letra) y por lo tanto no es correcto utilizarlo para la ópera y los lieder.)
La Sinfonía Fantástica consta de cinco movimientos:

Sueños y pasiones
Un baile
Escena en el campo
La marcha del cadalso
Sueño de una noche de aquelarre
Argumento de la sinfonía
La sinfonía posee un argumento muy detallado. Por esta razón se suele decir que es uno de los mejores ejemplos de la música programática; también es quizás uno de los primeros. El argumento es el siguiente:
Un joven músico desesperado se ha envenenado a sí mismo con opio y en un largo sueño, tiene una serie de visiones y pesadillas, la idea de su amada viniendo una y otra vez a su cabeza. Recuerda las alegrías y depresiones del pasado, antes de que ella entrase en su vida, y luego el neurótico celoso en que se convirtió cuando ella entró en su vida, teniendo el único consuelo de la religión.

El segundo movimiento evoca la música de un baile, en el que con los giros de la danza, vislumbra a su amada otra vez.

El tercer movimiento fue muy difícil para Berlioz. En el campo, dos pastorcillos entonan una melodía con sus flautas para llamar a sus vacas. Todo es tranquilidad hasta que la amada aparece de nuevo, provocando inquietud en el héroe. El otro pastorcillo toca su flauta, pero esta vez no hay respuesta. En ese momento, el sol se pone acompañado de un trueno distante. Luego, predomina el silencio en la escena.

El cuarto movimiento Marcha al Cadalso: Sueña que ha asesinado a su amada y que ha sido condenado a muerte, tomando el camino al lugar de la ejecución. La procesión se mueve, marchando a ratos tenebrosa y a ratos magníficos, durante la cual el torpe sonido de pesados pasos sigue abruptamente por un momento, el último pensamiento de amor cortado de golpe por la muerte.

El movimiento final es un aquelarre, una  salvaje celebración demoníaca. La imagen de la amada parece ahora una agudísima burla. Las campanas de la muerte se oyen por encima del himno Dies Irae del juicio final y se mezclan con la danza. La música de las campanas de la muerte en este movimiento ha sido utilizada por Wendy Carlos en las bandas sonoras de La Naranja Mecánica y El resplandor.

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